Música: Todo va a pasar cantando Los Grillos del Monte en el CAFF

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Tue 21st Apr, 2015

Todo va a pasar cantando

Los Grillos del Monte en el CAFF

Madrugada de viernes de una noche que promete una lluvia que no llega. El final de un principio, las horas posteriores a la presentación en sociedad del disco debut. El cuerpo como testimonio. El cansancio que sobreviene después de los nervios, de la ansiedad, de los aplausos, de la emoción a flor de piel, de las pulsaciones del músculo que late vida, que drena sangre al ritmo de la fusión de géneros que abarcan con mesura, con soltura, con amor y armonía.

 

 

 

El cansancio, entonces. Pero haber sido parte, junto a San Expedito, Julián y Napoleón, como alguna vez lo dijo John. Girar el picaporte, ansiar en el descanso un sueño que ayude a asentar todas estas imágenes. El fuelle recuperado, el contrabajo casi tan alto como Jano, las cuatro cuerdas de un violín que, aunque invitado, es parte. La presencia total, espectral y absoluta de Juanito en el escenario. La percusión en la medida justa, equilibrada como esas sierras que esconden al pequeño Buda. La sonrisa inquieta de quien no justifica en su figura el apodo. Los Grillos del Monte, señoras y señores.

 

 

 

Volver a casa, a la misma casa, pero traer algo nuevo. Colmar los rincones de canciones. Sentir todavía el calor de la sala del CAFF llena, los abrazos de nuevos futuros grandes amigos, de colegas admirados que viajaron desde Necochea, de la transparencia en la mirada de quien recorre este país con las canciones en sus manos, el corazón en el cielo y esos pies entre marplatenses y serranos, siempre en la tierra. Sus ojos detrás del lente, pero registrando desde el alma. Sentir que justo en ese acorde vibró la canción en su máxima expresión, y respirarla, lo más hondo que se pueda. Verlos abajo, ahora, a pura cuerda. Irse así, cantando. Dejarse ir detrás de esa fascinación. Emocionarse, de verdad, desde las entrañas y sin filtros, sin temores.

 

 

Que por fin llegue. Hora de irse a dormir soñando que este cuarteto se vuelva un gigante que lo ocupe todo. Cruzar la puerta y que todavía haya lugar para la sorpresa. Un grillo en el piso 14 de un edificio de la Ciudad de Buenos Aires. De esa magia en el espacio real, en la vida cotidiana, en el nuevo disco que gira en el reproductor de tu casa, en el sonido que colma todas las salas de todos los auditorios de todas las ciudades de todas las provincias de esta tierra bendita y siempre sedienta. Pensar que un puñado de canciones puede ser lo que no esperabas, que en la melodía descubras que todavía hay sorpresa. 

 

Fotos: Marie Le Pen


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